Subscribe:

Featured Posts

martes, 5 de julio de 2016

Marcha sin miedo


Marita Rojas


La mayoría de los seres humanos pasamos gran parte de nuestras vidas preguntándonos a nosotros mismos y a Dios qué tenemos que hacer; principalmente, cuando ese gran plan que habíamos idealizado en nuestra mente y corazón parece que ha fracasado, ¡no sé para usted, pero para mí es inevitable sentirme frustrada!

Las emociones afloran y toman asiento en la sala de nuestra mente algunos personajes. De primera fila, la DUDA y adivinen la gran pregunta: ¿De verdad Dios me llamó?; y la INCREDULIDAD le sigue el juego y hace estragos en nosotros hasta el punto que el FRACASO toma la cabecera.

¿Sentirnos atrapados? Pasa. Moisés lo vivió frente al mar con un ejército detrás de él y el pueblo de Israel. Imagine el relato de Éxodo 14:13-15. Moisés sabía en su corazón lo que Dios había dicho y entendía que el Todopoderoso los iba a salvar por la forma en que habla en los versos 13 y 14, usa palabras como – no teman estén tranquilos, Jehová peleará por nosotros lo que hoy vives ya no lo vivirás más –.

No obstante, si nos detenemos en el verso 15, (vuelve a imaginar) por un lado Moisés hablando al pueblo y explicándoles que eso era solo un obstáculo, pero al voltear su rostro sigue con la misma cantaleta, ¿cómo? Presta atención a la conversación entre Moisés y Dios, se nota por la pregunta que Dios le hace: - ¿por qué clamas a mí? Ya lo sabes, MARCHA!.- dijo. En otras palabras, Dios dice no sigas preguntando por algo que ya yo te lo he dicho y confirmado en tu corazón.

Moisés no es el único que pierde tiempo. Sé lo que Dios dijo que iba a hacer conmigo y sé que sabe también lo que hará con usted, pero es curioso, sigo clamando por miedo a los retos que hoy enfrento en vez de avanzar. 

Hoy Dios nos manda una respuesta: "Hijos míos porqué claman, ya sabes lo que hemos hablado, yo soy tu Dios, tu Salvador, frente a esos obstáculos alza la mano con tu vara que es tu ministerio, divide ese mar y pasa en seco, yo te voy a dar la victoria estas bajo mi voluntad.”

viernes, 30 de agosto de 2013

Aprender a orar en tiempos de crisis: Tiempos de enojo


II Parte
Tiempos de enojo 

 “Debe aprender a controlarse, parece alka seltzer, con un poquito y se sube”. Cuántas veces me dijeron eso no lo sé, pero entre más edad, yo creía que iba aprendiendo el arte del control del enojo; sin embargo, esa situación, esa situación me desestabilizó, reconozco que todo mi avance, si es que en algún momento lo hubo, lo tiré por la borda.

Lo que el Señor permitió me matriculó a la fuerza en un nuevo curso de la universidad de Dios, una escuela más y, ¡por supuesto que no lo podía ver de esa manera! Era enojo lo único que inundaba todo mi ser, cómo no lo iba a estar si era una injusticia más.

Considero que el primer sentimiento que emerge en tiempos de crisis es el enojo, aquí es donde los hijos de Dios debemos ponernos alertas. La Palabra dice que no dejemos que el sol se ponga sobre nuestro enojo (Efesios 4:26). A que se refería Dios con ese consejo, bueno, Santiago 1:19-20 es más explícito: “Recordad esto, queridos hermanos: todos debéis estar dispuestos a escuchar; en cambio, debéis ser lentos para hablar y para enojaros, porque el hombre enojado no hace lo que agrada a Dios”. (Énfasis puesto para resaltar referencia)

No necesito una revelación directa del cielo para saber que al igual que yo, muchos de ustedes están pasando o han pasado tiempos de pruebas, injusticias o frustraciones y lo que voy a escribir en este momento puede que no le vaya agradar, soy sincera, a mí tampoco me agradó, pero la oración en un hijo de Dios no debe ser un simple dulce de vez en cuando, debe ser el alimento diario.  

Tal vez en un principio de la crisis no tenemos tanto problema para acercarnos al Señor; no obstante, aquí viene el “pero”, cuando pasa el tiempo y las cosas no se resuelven y no vemos respuestas del Altísimo, o por lo menos no como las que quisiéramos, el enojo empieza a salir y cómo dice Santiago enojados hacemos lo que no agrada a Dios.  

Ahora, cuando uno no hace lo que agrada a Dios, eso no tiene otro nombre más que PECADO y este definitivamente nos aleja del Señor.

Piénselo bien: ¿Cuándo te enojas con alguien tiene ganas de hablarle?, no sé usted, pero yo no quiero verlo(a) ni en pintura.

En medio del enojo igual nos pasa con Dios, en vez de oraciones soltamos recriminaciones, vienen las raíces de amargura contra aquellos que nos hicieron daño, soltamos palabras de maldición cuando decimos “a mí nada me sale bien”, “que más podía esperar”, “ya no oro, para qué si Dios no me escucha”… yo puse algunas, agregue usted otras y muchos errores más.

Recuerde que Él es digno de nuestra alabanza y adoración en todo momento. Cosa dura es esto; sin embargo se puede. En mi tiempo de enojo he practicado:

1.      La Sinceridad: No esperes a que el sentimiento de enojo se vaya de ti para empezar a orar, esto no pasa. Sea sincero con Dios, exprésele lo que hay en su interior, cuéntele por qué está tan molesto y sus frustraciones.

Si alguien te hizo daño pon tu causa a Dios y pide justicia, aún si es hijo del Rey también. Hubo un tiempo en el cual pensé que si una de mis autoridades cometía una injusticia no podía hablar con el Señor de esto, hágalo, el Señor hablará al corazón de esa persona también, lo que no hay que hacer es murmurar.  

Yo no hice un altar majestuoso, no quería, muchas conversaciones fueron de camino a mi trabajo, en la ducha, en mi cama. Exprésele su frialdad, falta de fe y cuánto necesita de Él ya que en ese momento no quiere nada, invítele a llenar su corazón de nuevo, pídale al Espíritu Santo que le ayude. ¡DIOS escucha esas conversaciones, realmente lo hace!

2.      Hable su Palabra: Recuerde mentalmente lo que dice su Palabra y ataque con esta los pensamientos negativos. No se le olvide que la duda aquí está en su punto más alto, cada vez que pueda háblese a si mismo las palabras de promesa y recuérdeselas al Señor; HÁGALO aunque su mente y usted no las crean, recuerde que el poder de la vida y la muerte está en las palabras.

3.      Arrepiéntase: En el libro de Shirley Dobson, Paz en tiempos inciertos, ella escribe que el arrepentimiento significa confesar nuestro fracaso para vivir como Dios quiere que vivamos.

Durante los tiempos de enojo muchas veces caemos en rebelión, nos equivocamos, herimos, hablamos lo que no tenemos que hablar, odiamos. Veo como, con cada acto vamos construyendo una muralla entre nosotros y Dios, el Espíritu se contrista y es más difícil una relación genuina con el Rey y con esto Satanás se aprovecha.

Arrepentirse es sanidad divida para nuestra alma. Libérese pida perdón y principalmente perdone, sé que esto último cuesta mucho, pero con la ayuda de Dios se puede.

Los puntos anteriores no son una receta; sin embargo, cuando salí de mi enojo y empecé a tener mayor claridad, entendí que cada una de esas acciones me ayudó a estabilizar mis emociones, al final y aunque no lo sabía lo que hice fue orar en tiempos de enojo.
 
Le espero en la III parte: Adoración extrema
 
Marita Rojas H.

martes, 27 de agosto de 2013

Aprender a orar en tiempos de crisis

I PARTE

Los últimos meses no habían sido tan fáciles para mí. Es más, el desánimo  y la decepción tocaron a mí puerta, entraron  y se sentaron en el sillón de la sala de mi alma, muchos pleitos internos para que salieran de allí; sin embargo, no querían obedecer, entre más los echaba, más estos se aferraban y con toda alevosía invitaron a sus amigos, la amargura y la depresión, todo un festín tenían los cuatro.

Muchas conversaciones iban y venían, todas terminan con un simple consejo, debes orar más. ¡Orar! cómo, si mi alma no tiene fuerzas para hacerlo, es más, no quiero hacerlo, me decía a mí misma, cuánto he orado… mucho ya.  

Mis ojos simplemente se abrieron, el reloj marcaba las dos de la mañana cuando mi corazón reaccionó, volvió a la cordura como lo hizo el rey Nabucodonosor, fue Dios en respuesta a mis simples oraciones hechas en medio del dolor, pero muy sinceras    ayúdame Señor no quiero alejarme de ti, Espíritu Santo resucítame me estoy muriendo, Señor levanta mi ministerio –

Mi corazón gritó a mi mente: “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”. Mi boca lo hizo audible: “seas tú bendito Señor, a ti sea la alabanza”, a partir de ahí algo cambió.

Mucho se habla en los púlpitos sobre los tiempos de crisis, es más, los he vivido y muchos han sido temas de predicación. Siempre se nos dice que uno debe estar preparado para todo, es más, un texto muy usado es aquel donde Jesús advierte que en el mundo tendremos aflicción, pero que confiemos, él ha vencido.

Sin embargo, en el tiempo de la tempestad como cuesta adueñarnos de esa palabra, sincera soy al decir que en tiempos de crisis quién quiere orar. Pero hoy, por experiencia propia, hasta que al fin entiendo el verso deléitate en el Señor y Él concederá las peticiones de tu corazón.  

Cuando pienso en el verbo deleitar, pienso en una acción de gozo. Un significado de deleitarse es causar placer al espíritu o los sentidos, pero este placer la Palabra es explícita al decir que debe ser en el Señor. ¿Por qué?  Porque en medio del dolor buscamos placer en el enojo, la raíz de amargura, la venganza, el alcohol, las drogas, la violencia, el alejamiento de Dios y puedo mencionar muchos más, pero aunque nos deleita los sentidos, estos al final no nos concederán nada.

Digo que no nos concederán nada, porque el próximo verbo que sigue en ese texto es concederá, si se habla de la acción conceder es porque algo falta y, cuando algo falta nos enfrentamos a un vacío y cuando este está presente también invita al dolor.

Analicémoslo así, hablamos de placer a nuestro espíritu y sentidos que lo necesitan porque se encuentran carentes de algo que los tiene presos en la cárcel del dolor.

Entonces, el aprender a orar en tiempos de crisis es la única opción que tenemos para salir del dolor.

Un profeta de Dios me dio está palabra una vez: “A los demonios no les gusta escucharte alabar, es más, no soportan escucharte alabar”.  No soportan, ojo, es un término fuerte.

Cuando adoramos y alabamos a Dios en tiempos de crisis, algo pasa en el reino espiritual que repercute en lo natural, es aquí cuando llegamos al verso que dice que él anda en busca de Adoradores que lo hagan en espíritu y en verdad. Que más verdad puede haber en el amor, que aun en medio de la dificultad sigues siendo fiel, cómo no va a conceder el Señor las peticiones de nuestro corazón; se derrite como un helado expuesto al sol el corazón de Dios ante una adoración y alabanza como esta.

Llegar a este punto de conciencia y conocimiento de esta verdad no fue fácil para mí, por eso voy a comentar, según lo aprendido con mi experiencia, una serie de pasos para aprender a orar en tiempos de crisis.

El primero fue darte la base de lo importante que es orar en tiempo de crisis, espero que lo haya podido explicar bien.

Te espero en la II Parte: “Tiempo de enojo”.
 
Marita Rojas H.
 
Blogger Templates